Tu Guía para una Tarima Exterior Perfecta: Lo que Nadie te Cuenta (y te Ahorrará un Pastizal)
Una tarima de madera bien hecha es mucho más que cuatro tablas en el suelo; es el corazón de tu jardín, el lugar donde vas a crear recuerdos. Pero para que esa imagen idílica no se convierta en una pesadilla de mantenimiento y reparaciones, hay que empezar por lo que no se ve.
Después de montar incontables tarimas por toda la geografía, desde climas húmedos que lo pudren todo hasta soles que lo agrietan, he aprendido una cosa: los folletos de bricolaje se saltan lo más importante. Y quiero compartir contigo justamente eso, los secretos que marcan la diferencia entre una tarima que dura cinco años y una que te sobrevive a ti.
El Pilar Invisible: La Cimentación
Olvídate de la madera por un momento. La base lo es todo. Si la cimentación falla, da igual que hayas puesto la madera más exótica y cara del mercado; acabará hundiéndose o pudriéndose. Así que, antes de nada, prepara el terreno.

El suelo tiene que estar firme y con una ligera pendiente, apenas un 1% o 2%, para que el agua no se quede estancada debajo. ¿Un truco poco conocido? Si partes de un suelo de tierra, no te limites a allanarlo. Compacta bien y añade una capa de 5 a 10 cm de grava antes de nada. Esto mejora el drenaje una barbaridad. Sobre esa grava (o directamente sobre el hormigón si ya lo tienes), extiende siempre una malla geotextil antihierbas. Es un material barato, lo encuentras en cualquier centro de bricolaje por menos de 2€ el metro cuadrado, y te evitará que la vegetación crezca por debajo y acabe levantando las lamas. (Créeme, he visto malas hierbas con la fuerza de un gato hidráulico).
Para soportar la estructura, tienes dos caminos principales:
- Plots de hormigón: Es la solución de toda la vida. Unos dados de hormigón bien repartidos y nivelados. Es un trabajo más de albañilería, pero si el terreno es estable, te da una solidez a prueba de bombas.
- Plots regulables de PVC: Francamente, para la mayoría de los casos, son la mejor opción. Especialmente en terrenos irregulares o en azoteas donde no puedes añadir mucho peso. Te permiten ajustar la altura al milímetro girándolos. Un consejo: no escatimes. Unos plots de buena calidad pueden costar entre 3€ y 7€ la unidad, pero la estabilidad que ofrecen lo vale.
Y por favor, ¡deja que el aire circule! La ventilación por debajo es CRUCIAL. Necesitas un espacio de al menos unos centímetros entre el suelo y los rastreles para que el aire se mueva y seque cualquier humedad. Aprendí esta lección por las malas en uno de mis primeros trabajos: a los tres años, las lamas parecían plátanos por la humedad atrapada. Una lección cara que nunca olvidé.

La Elección de la Madera: Más Allá del Color Bonito
Aquí es donde la gente se pierde. No hay una madera “mejor”, sino una adecuada para tu clima, tu cartera y tus ganas de trabajar en el futuro. Vamos a desglosarlo con honestidad.
El Pino Tratado en Autoclave: Es la opción de entrada, la más amigable con el bolsillo. Hablamos de unos 25-45€ por metro cuadrado solo en lamas. Pero ¡ojo! No todo el pino tratado es igual. Exige que tenga la certificación para “Clase de Uso 4”, que garantiza que aguanta la humedad en contacto con el suelo. Es una madera más blanda, así que se marcará con facilidad. Exige un mantenimiento anual sí o sí (lijar suave y aplicar aceite o lasur) para protegerla. Si te lo saltas, se pondrá gris y se astillará. Con cuidados, puedes esperar una duración de unos 10-15 años.
Maderas Tropicales (Ipé, Cumarú…): Aquí entramos en la liga de campeones. Son maderas densísimas, duras como piedras y con aceites naturales que repelen bichos y hongos. El Ipé es una maravilla, casi no se astilla y es perfecto para caminar descalzo. El precio, claro, se dispara: prepárate para moverte entre los 70€ y más de 120€ el metro cuadrado. Instalarla es más duro (hay que pretaladrar cada tornillo y se come las brocas), pero la recompensa es una durabilidad que, bien instalada, puede superar los 25-30 años con un mantenimiento mínimo, básicamente darle una capa de aceite al año si quieres que mantenga su color rojizo.

Tarimas Sintéticas o Composite: La alternativa “sin complicaciones”. Es una mezcla de fibras de madera y plásticos. Su gran ventaja es que te olvidas del mantenimiento anual. Pero hay calidades y calidades. Las baratas se decoloran con el sol y en verano pueden llegar a quemar tanto que no puedes pisarlas. Las de alta calidad son fantásticas, especialmente cerca de piscinas por su resistencia al cloro, pero su precio es similar al de las maderas tropicales buenas, entre 60€ y 100€ el metro cuadrado. Duran muchísimo, pero nunca tendrán el tacto ni la calidez de la madera natural.
El Montaje: Donde se ve al Profesional (o al Chapuzas)
Los rastreles, esa estructura de soporte que queda oculta, son tan importantes como las lamas. Deben ser de madera tratada de la misma calidad o superior. La separación entre ellos es clave: para un uso normal en una casa, nunca los separes más de 40-50 cm. Si dejas más espacio, la tarima se sentirá blanda y flexible al caminar, una sensación horrible que grita “mal hecho”.

A la hora de fijar las lamas, tienes dos métodos:
- Tornillería vista: El método tradicional y, para ser honesto, el más robusto. Permite cambiar una lama en el futuro sin desmontar media tarima.
- Grapas ocultas: Te da un acabado limpio y moderno, sin tornillos a la vista. La pega es que la sujeción es algo menos firme y la madera tiene menos libertad para moverse, lo que a veces causa tensiones.
Y un consejo que te ahorrará muchos disgustos: usa SIEMPRE tornillos de acero inoxidable. A2 como mínimo, y A4 si vives cerca de la costa. Si por ahorrarte unos euros pones tornillos normales, al primer invierno tendrás unas feas lágrimas de óxido recorriendo tu madera nueva. Es el error más tonto y que más afea un trabajo.
Ah, sí, y deja siempre una junta de 3 a 5 milímetros entre las lamas. La madera se expande y se contrae. Necesita ese espacio para respirar.

La Seguridad No se Negocia
Si tu tarima se eleva más de medio metro del suelo, necesitas una barandilla. Las normativas de seguridad son claras y por una buena razón. La altura mínima suele ser de 90 cm. Y lo más importante: la barandilla NUNCA se ancla solo a las lamas. Debe ir fijada firmemente a la estructura principal, a los rastreles. He visto verdaderas chapuzas que eran un peligro andante.
Mi Rutina Anual de Mantenimiento en 4 Pasos
Para que tu inversión dure, tienes que protegerla del sol y el agua. Yo recomiendo hacer este pequeño ritual una vez al año, en primavera:
- Limpieza a fondo: Barre bien toda la superficie para quitar hojas y polvo.
- Fregado con cepillo: Usa un cepillo de cerdas duras (no metálicas) y un limpiador específico para maderas de exterior. Nada de limpiadoras a presión a máxima potencia y pegadas a la madera, ¡te cargarás la fibra!
- Secado completo: Deja que se seque perfectamente, al menos 24 horas sin lluvia.
- Nutrición y protección: Aplica una capa fina de aceite de teca o un lasur de poro abierto con una brocha ancha. Esto nutre la madera y le devuelve su protección y color. ¡Listo hasta el año que viene!
Montar una tarima es un proyecto increíble. Para que te hagas una idea, si eres un manitas y tienes un amigo que te eche una mano, un deck de unos 20 metros cuadrados puede ser un proyecto de un par de fines de semana intensos. Pero requiere pensar antes de hacer. Un trabajo bien hecho no solo es bonito, es seguro y duradero. Y eso, al final, es lo que cuenta.

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La madera de Ipe, a menudo llamada ‘palo de hierro’, es la reina de las tarimas exteriores por su densidad y resistencia legendarias. Proviene de Sudamérica y su color rojizo profundo se vuelve gris plateado con el tiempo si no se trata. Aunque su coste inicial es más elevado, su vida útil supera los 25 años sin apenas mantenimiento, convirtiéndola en una inversión a largo plazo que resiste insectos, humedad y el desgaste más extremo. Es la elección profesional para paseos marítimos, ¿por qué no para tu jardín?

Con la llegada del buen tiempo, tu tarima necesita una puesta a punto. Sigue estos pasos para devolverle su esplendor:
- Limpieza profunda con un cepillo de cerdas duras y un limpiador específico para maderas exóticas, como los de la gama de Syntilor o Starwax.
- Deja secar completamente durante al menos 24 horas sin sol directo.
- Aplica una nueva capa fina de aceite de teca o saturador para nutrir la madera y reavivar su color.

La junta que respira: Ese pequeño espacio de 5 a 7 milímetros que dejas entre cada lama no es un capricho estético. La madera es un material vivo que se expande y contrae con los cambios de humedad y temperatura. Sin esa junta de dilatación, las lamas se deformarían, se levantarían y podrían incluso romper los tornillos. Es el seguro de vida de una superficie plana y duradera.

Según un informe de Grand View Research, el mercado mundial de tarimas de composite (WPC) crecerá a una tasa anual del 11.2% hasta 2030, superando en popularidad a la madera natural en muchas regiones.

La iluminación transforma por completo el ambiente de una tarima al anochecer, aportando seguridad y un toque mágico. Más allá de un simple aplique en la pared, piensa en integrar la luz en la propia estructura.
- Focos empotrables LED: Ideales para balizar caminos o delimitar el perímetro. Modelos como los Philips Hue Outdoor son resistentes y permiten jugar con colores.
- Tiras LED bajo los bordes: Crean un efecto de
¿Puedo usar mi limpiadora de alta presión para limpiar la tarima?
Es tentador, pero muy arriesgado. La potencia del chorro puede levantar las fibras de la madera, especialmente en variedades más blandas como el pino, dejándola áspera y vulnerable. Si decides usarla, emplea una boquilla de abanico, mantén una distancia mínima de 30-40 cm y utiliza la presión más baja posible. Para maderas tropicales duras como la teca o el Ipe, el riesgo es menor, pero una limpieza manual con cepillo siempre será más segura.
Saturador: Penetra en la madera y la nutre desde dentro, sin crear una película exterior. Mantiene el aspecto mate y natural de la veta. Requiere una aplicación anual.
Lasur: Crea una fina capa protectora sobre la superficie que la protege de los rayos UV y el agua. Puede tener acabados satinados y dura varios años, pero puede descascarillarse si no se aplica correctamente.
Para un acabado que respete la esencia de la madera, el saturador es ideal; para máxima protección en climas duros, el lasur es un fuerte competidor.
Más del 60% de los nuevos proyectos de tarimas de gama alta utilizan sistemas de fijación oculta.
Estos sistemas, como los clips de la marca Spax o Cobra, no solo ofrecen un acabado impecable sin tornillos a la vista. Al no perforar la cara superior de la lama, reducen drásticamente los puntos de entrada de agua, principal causa de la putrefacción prematura. Además, facilitan la sustitución de una tabla dañada sin tener que desmontar media terraza. Una mejora estética que es, sobre todo, una inversión en durabilidad.
- Aportan un toque de sofisticación y modernidad instantáneo.
- Crean un contraste espectacular con el verde de las plantas y el azul del agua.
- Disimulan mejor las manchas y el paso del tiempo.
¿El secreto? Las tarimas tratadas con lasures de tonos oscuros, como el gris antracita o el negro ébano. Una tendencia en auge que redefine la elegancia en el jardín.